viernes, 5 de septiembre de 2008

A, B, C, D, E, Fey, Gustav, Hanna, Ike, Josephine.. y sigue la cuenta

Este año nos ha demostrado una vez más que estamos a la merced de los fenómenos naturales que tienen que ver con factores que no podemos influenciar localmente.
De las 10 depresiones tropicales que se han producido en el SurAtlántico, hasta la fecha, 9 han alcanzado la categoría de tormenta tropical o de huracán.
La principal característica de estas tormentas es la cantidad de agua que llevan en su seno que se derrama en las zonas tradicionalmente ciclónicas causando más daños por las inundaciones y deslizamientos que ocasionan que por la fuerza de sus vientos.
Nuestra políticas de estado para contrarrestar los efectos que nos dejan los sucesos meteorológicos cada temporada son anticuadas y urge retomar, reevaluar y reimpulsar la acción política en esten sentido, para que las medidas que aplicamos se adapten a la seriedad de la situación actual, que es predecible.
En nuestro artículo Fondo de la Esperanza, en mayo, ya habíamos advertido de la necesidad de crear los mecanismos financieros necesarios para hacer de las organizaciones que se ocupan del rescate ante situaciones de emergencia, agencias de manejo efectivo de estas situaciones catastróficas.
El problema de los huracanas está causando tantos daños en perdida de vidas, a la agricultura y a la economía nacional en general, que nuestras autoridades deben darle la prioridad adecuada a la solución y alivio de los males causados.
Así mismo como hacemos un plan anual de presupuesto debemos hacer un plan para tratar la situación anual de sufrimiento, de desplazados, de muertos, de cosechas perdidas, de sosobra en la obtención de bienes de socorro, de falta de albergues adecuados, de implementación de medidas sanitarias.
Se debería crear una Secretaría de Estado de Huracanes, o como quiera que se le quiera llamar, con un presupuesto definido que se ocupe integralmente de solucionar estos problemas, de coordinar todas las acciones de los organismos que tradicionalmente se ocupan de manejar las emergencias.
Que se le den tareas especiales a organismos de las fuerzas armadas para implementar los planes y acciones dictadas por dicho ministerio.
Si tenemos la audacia de crear una Policía Turística, una Policía Ambiental y otros organismos especializados; pues debe ser muy fácil incorporar elementos de las Fuerzas Armadas para coordinar la logística de evacuación de personas, de rescate, de repartición de alimentos y de controlar que las disposiciones de la Secretaria de Huracanes vea convenientes para lograr un mejor record ante las tormentas.
La creación de un ministerio de huracanes no tiene necesariamente que incidir negativamente en la situación de las finanzas del estado; al contrario, con la creación de un impuesto especial para recaudar fondos para financiar este ministerio, que sólo pueden ser usados para cumplir con sus obligaciones claramente definidas constitucionalmente, se lograría autonomía presupuestaria y continuidad en la realización de los planes de emergencia y socorro.
Hay emergencia nacional para resolver esta situación y demostrar previsión estratégica que al final ahorrará vidas, recursos naturales y económicos y nos dará la posibilidad de planear con más confianza nuestra economía.
Hay que actuar lo más pronto posible porque Ike, Josephine, Kyle, Laura, Marco, Nana, Omar, Paloma, Rene o Sally pueden ser el nombre, siguiendo el abecedario, de un huracán centenario que nos obligue a hacerlo.

No hay comentarios.: