martes, 6 de diciembre de 2011

El candidato fatigado y la Patología de la Democracia

Qué hay detrás de los planteamientos recientes del candidato Hipólito Mejía, de que supuestamente el país demanda disciplina y autoridad, justificando un retorno a políticas practicadas por el tirano Trujillo como por ejemplo el restablecimiento del servicio militar obligatorio?
En realidad no sorprende este tipo de declaraciones que encajan en el esquema que acomoda a todos los políticos populistas que no fundamentan sus acciones en un discurso político basado en una doctrina coherente, y son una muestra de impotencia y debilidad cuando tratan de proponer soluciones a los nuevos problemas que presentan las sociedades en su devenir. En este caso añorar eternamente ese pasado superado no es más que un reflejo de esa impotencia.
Bienvenido al presente.
En una sociedad pluralista y democrática en lugar de la disciplina y la obediencia incondicional tenemos la iniciativa personal y la capacidad de decisión; el nuevo ideal que sustenta estas sociedades nos dice que el individuo ya no se mide por su nivel de sumisión, sino que por su competencia y energía social, y esa exigencia de estos nuevos tiempos pone al débil ante una disyuntiva irresolvible que lo hace sucumbir a la depresión.
Y esa es la patología que causa la democracia a los que no tienen capacidad de respuesta, a los que tuvieron su chance y terminaron frustrados, a los que no aprendieron la lección de sus pasados errores.
Una prueba de la fatiga intelectual que muestra el candidato Mejía es la esquizofrenia inherente a sus declaraciones evocando una tiranía, aún siendo alguien que tiene la oportunidad de usar esta democracia y sus elecciones para llegar al poder.
Y tiene suerte, porque en muchos estados que han pasado por las experiencias de una dictadura como la de Trujillo, el mero uso de sus símbolos es un delito penalizado.
En Alemania y Austria, por ejemplo, el uso del saludo hitleriano o de la cruz esvástica puede conllevar a una condena de hasta tres años de cárcel. A parte de las implicaciones legales, para cualquier político, a cualquier nivel, sería un suicidio electoral ponerse a evocar las „bondades“ del régimen Nazi.
Su propuesta de restablecer el servicio militar obligatorio demuestra una vez más que ha perdido el sentido de la realidad y que vive en un pasado que ha sido superado por la mayoría de las naciones democráticas. Un servicio militar obligatorio no existe ni en los EE.UU., ni en Canada, ni en la gran mayoría de las naciones europeas, ni en Australia y no se aplica ni en China, ni en la India. En realidad la tendencia mundial es que desaparezca.